El período que comienza con Rosh Jodesh Av (el comienzo del mes de Av) es llamado los “Nueve Días”. Durante este tiempo se observa un nivel de duelo más estricto, de acuerdo a la resolución talmúdica (Taanit 26): “Cuando comienza el mes de Av, disminuimos nuestra alegría”.

La intensidad del duelo llega a su punto más alto en Tishá B’Av, día en que ocurrieron cinco calamidades nacionales:

  1. Durante el tiempo de Moisés, los judíos en el desierto aceptaron el reporte calumnioso de los espías y se emitió un decreto prohibiéndoles entrar a la Tierra de Israel (1312 AEC).
  2. El Primer Templo fue destruido por los babilonios y Nabucodonosor.
  3. El Segundo Templo fue destruido por los romanos (70 EC).
  4. La Revuelta de Bar Cojba fue vencida por el emperador romano Adriano (135 EC).
  5. El Monte del Templo fue socavado y Jerusalem fue reconstruida como una ciudad pagana.

Ocurrieron otras grandes desgracias en la historia judía coincidiendo con el nueve de Av, incluyendo la expulsión de los judíos de España en 1492, el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 y la deportación en masa de los judíos del Gueto de Varsovia al Campo de Exterminio de Treblinka en 1942.

Hacia el final de la tarde previa a Tishá Beav se acostumbra comer la Seudat Hamafseket – una comida que consiste de pan, agua y huevo duro. (Las reglas son un poquito diferentes cuando Tishá Beav cae en Shabat o en domingo).

La puesta de sol marca el comienzo de Tishá B’Av. En ese momento comienza el ayuno y no se permite comer ni beber hasta el anochecer del día siguiente. Tampoco está permitido bañarse o lavarse, utilizar zapatos de cuero y tener relaciones maritales. Tampoco estudiamos Torá, a excepción de textos relevantes a Tishá Beav y a duelo – por ejemplo el libro de Lamentaciones y Job, y algunas secciones del Talmud (incluyendo la historia de Kamtza y Bar Kamtza).

El Libro de Eija (Lamentaciones) – el lamento poético de Jeremías por la destrucción de Jerusalem y el Primer Templo – se lee en la sinagoga como parte del servicio de la noche. Se leen “kinot” (elegías) especiales, tanto a la noche como a la mañana.

Otras prácticas de duelo incluyen sentarse en una silla baja (después del mediodía está permitido sentarse en una silla normal). También minimizamos el comercio y las actividades placenteras.

Extraído de www.aishlatino.com

UNA BREVE REFLEXIÓN

Cada año regresamos a un estado de dolor, de abandono, de falta de esperanza, de ruina, de impotencia al recordar el error provocado por diez de los doce merraglim (Bemidbar/Números 13-14), y por la destrucción de nuestros Templos con la consiguiente catástrofe personal y colectiva, además de otras intensos pesares que giran en torno a esta lamentable fecha.

Así está diagramada nuestra vida, para que tenga cumbres y valles, planicies y mesetas, ascensos y descensos, además de la rutina monótona.

El 9 de Av está marcado por nuestra historia y por su carga energética como el polo de negatividad para la nación judía.

Sin embargo, está llamado a ser un día de regocijo y de reencuentro, de plenitud, según nos testimonia nuestra Tradición, cuando sea la Era Mesiánica. Tal cual dice el profeta: “Así ha dicho el Eterno de los Ejércitos: “Los ayunos del mes cuarto, del quinto, del séptimo y del décimo serán convertidos en ocasiones de gozo, alegría y buenas festividades para la casa de Yehudá. Amad, pues, la verdad y la paz.” (Zejariá / Zacarías 8:19).

En esta palabra del Eterno está la clave: Amar la verdad y la paz. No esperar sentados que las cosas se resuelvan, no llorar por lo perdido, no dormir esperando milagros, sino actuar con pasión, con integridad, con dedicación, hacia la meta de construir un mundo de verdad y shalom.

En palabras de nuestra parashá: “Mirad, Yo he puesto la tierra delante de vosotros. Entrad y tomad posesión de la tierra que el Eterno juró a vuestros padres Avraham, Itzjac y Iaacov, que les daría a ellos y a sus descendientes después de ellos.’” (Devarim / Deuteronomio 1:8).

La tierra prometida, un mundo mejor, está puesto ante nosotros, ahora tenemos que dar el paso, los pasos necesario para entrar y tomar posesión. No podemos quedarnos a la espera, lamentándonos, quejándonos, reclamando, exigiendo, manipulando. Es cuestión de asumir nuestro rol y hacer nuestra parte.

Extraído de www.serjudío.com